Algunos pacientes que tratan en La Fe ya han expresado su preocupación por el anteproyecto de reforma de la ley del aborto, paralizada por el rechazo generado incluso dentro del PP y se encuentra a la espera de su tramitación parlamentaria en función de los tiempos políticos. Cuenta el jefe del Servicio de Obstetricia, Alfredo Perales, que ha tenido dos casos: “Parejas que han tenido previamente un hijo con malformación y ha fallecido por causas conocidas preguntan si podrán interrumpir el embarazo en el caso de que el diagnóstico prenatal apunte a la misma anomalía y se haya aprobado la nueva ley, tal y como está ahora el proyecto. Y ante una más que probable contestación negativa, me han dicho: ‘Pues nos tendremos que dar prisa. Porque si no nos tendríamos que ir fuera, ¿no?”.
El pediatra y responsable de una unidad de dismorfología y malformaciones congénitas, Antonio Pérez, incide desde la experiencia en que “lo que necesita cualquier mujer embarazada con una malformación fetal es asistencia psicológica, que no se da, tenga intención de abortar o no, sea esa anomalía grave o leve y le digas que con el 98% de probabilidad no va a tener repercusión”. De ahí su insistencia de que la madre debe ser la que tome la decisión, poniendo a su disposición toda la información y ayuda.
Pérez y Perales inciden en que es importante destacar que la mayoría de los casos de embarazos con anomalía fetal que acaban en abortos, esos embarazos eran muy deseados, habiendo recurrido incluso a la fecundación in vitro.
Referencia bibliográfica: http://ccaa.elpais.com/
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